
El Instituto Nacional de Estadística (INE) presentó el informe de Demografía de Empresas correspondiente al segundo trimestre de 2025, un documento que ofrece una radiografía precisa del tejido empresarial uruguayo.
Con datos que revelan tanto crecimiento como tensiones estructurales, el reporte invita a reflexionar sobre la salud del ecosistema productivo del país, su relación con el empleo y los desafíos que plantea la coyuntura regional e internacional.
Según el informe, en el período analizado se registraron 200.191 empresas activas, cifra que supone un aumento del 1,05% respecto al trimestre anterior y un 4,32% en comparación con igual trimestre de 2024
Esta evolución marca un dinamismo positivo en la creación de unidades económicas, aunque no necesariamente se traduce en mejoras directas en el mercado laboral: el personal ocupado cayó 0,54% respecto al trimestre anterior, pese a un incremento interanual del 2,43%. La paradoja es evidente: más empresas en actividad no significan, en este caso, más puestos de trabajo.

Nacimiento y muerte de empresas: luces y sombras del dinamismo
El informe del INE detalla que en este trimestre nacieron 10.638 nuevas empresas, con un leve aumento de 1,57% en relación al período anterior y 2,36% en términos interanuales. Sin embargo, las cifras de empleo en estas nuevas firmas resultan menos alentadoras: el personal ocupado asociado a ellas cayó un 4,23% respecto al trimestre anterior.
Este contraste revela un fenómeno clave de la estructura productiva uruguaya: el nacimiento de empresas se concentra en unidades pequeñas, de baja capacidad de absorción laboral, en muchos casos con dinámicas de autoempleo o de trabajo precario.
Del otro lado de la ecuación, el trimestre registró 7.662 muertes empresariales, con una baja respecto al período anterior (-3,02%), aunque con un aumento del 5,10% si se compara con igual trimestre de 2024. Es decir, si bien se observa cierta contención coyuntural en el cierre de empresas, la tendencia interanual señala un incremento de la fragilidad empresarial. El empleo asociado a estas muertes fue de 10.839 personas, un dato que sugiere la persistencia de un impacto social no menor en la rotación del mercado laboral.
La coyuntura uruguaya en perspectiva
El análisis de la demografía empresarial no puede separarse de los indicadores económicos generales del Uruguay en 2025. Según el Banco Central y organismos internacionales, el país registra un crecimiento moderado del PBI en torno al 2% anual, sostenido por el agroexportador, las energías renovables y los servicios globales. No obstante, persisten dificultades en el mercado interno, afectado por el enlentecimiento del consumo privado y las tensiones inflacionarias.
El desempleo, que se ubica en torno al 8%, refleja una desconexión entre el dinamismo empresarial y la capacidad de generar empleo de calidad. La estructura empresarial uruguaya sigue dominada por pequeñas y medianas empresas (más del 95% del total), lo que explica en parte la dificultad de escalar productivamente y de generar puestos estables. Este panorama se asemeja al de varios países de la región, donde la proliferación de microempresas convive con una alta vulnerabilidad ante la competencia global y la falta de crédito accesible.
Mercado, trabajo y la relación empresa–sociedad
Más allá de los números, el informe del INE abre la puerta a un análisis crítico de la relación entre mercado y trabajo en Uruguay. Como señala el documento: “En el segundo trimestre de 2025 se registraron 200.191 empresas activas, lo que representa un aumento interanual del 4,32%”
La cifra en sí misma puede leerse como un signo de vitalidad emprendedora. Sin embargo, si se la vincula con la caída trimestral del empleo, surge una pregunta de fondo: ¿estamos ante un modelo de crecimiento que multiplica empresas, pero no necesariamente trabajo decente?
El fenómeno se explica, en parte, por el auge de las formas de trabajo flexible y plataformas digitales, que permiten el nacimiento de muchas microempresas o unipersonales, pero que al mismo tiempo diluyen las garantías laborales clásicas. Este escenario refleja una tensión global: la capacidad del mercado de crear empresas no siempre se corresponde con la responsabilidad de garantizar empleo digno y sostenible.
Un enfoque humanista en el debate económico
La demografía empresarial no debería analizarse únicamente desde la óptica del mercado, sino también desde su impacto humano y social. Cada nacimiento de empresa trae consigo la expectativa de nuevas oportunidades, innovación y desarrollo; cada cierre, en cambio, conlleva la pérdida de ingresos, proyectos truncados y un golpe a la cohesión comunitaria.
En Uruguay, donde las políticas públicas han intentado equilibrar competitividad con protección social, el informe del INE interpela directamente a los decisores políticos: ¿Cómo acompañar este dinamismo empresarial para que se traduzca en empleos estables y en un modelo de desarrollo inclusivo?
La comparación regional ofrece luces de alerta. En países como Chile o Colombia, el crecimiento del número de empresas ha estado marcado por la alta informalidad y la precarización.
Uruguay, con su tradición de institucionalidad laboral y diálogo tripartito, tiene la oportunidad de diferenciarse, siempre que las políticas de apoyo a PYMEs, acceso al crédito y estímulo a la innovación se traduzcan en un verdadero puente entre empresa y sociedad.
Más allá de los números…
El informe del INE sobre demografía de empresas en el segundo trimestre de 2025 es, en apariencia, una buena noticia: más empresas, más dinamismo, más vitalidad económica. Sin embargo, la lectura crítica revela un escenario complejo, donde la proliferación de nuevas firmas convive con cierres significativos y con una capacidad limitada de generación de empleo.
Uruguay se encuentra ante el desafío de convertir la multiplicación empresarial en desarrollo sostenible, entendiendo que la economía no se mide únicamente en cifras de creación o destrucción de unidades productivas, sino en la calidad del empleo, en la innovación y en el aporte social de las empresas.
Como advierte la experiencia comparada, el riesgo está en celebrar el dinamismo empresarial sin preguntarse quién gana y quién pierde en ese proceso. El informe del INE, leído en clave de política pública y con una mirada humanista, constituye un insumo indispensable para orientar el debate sobre el futuro productivo del país.