06 de Noviembre del 2025
Victor Manuel Rodríguez
La escuela no puede sola...
Docentes y autoridades buscan respuestas integrales frente a la violencia en las aulas
reunion ademu primaria
Foto: Rody Olivera / APU

El conflicto social se cuela en las aulas y desafía al sistema educativo uruguayo a reconstruir vínculos desde la empatía, la cooperación y la responsabilidad del Estado.

En la conferencia de prensa ofrecida por la subdirectora de Primaria, Selva Pérez, tras la reunión con representantes de la Asociación de Maestros del Uruguay (ADEMU), dejó una reflexión urgente y necesaria: la escuela uruguaya enfrenta hoy el desafío de seguir siendo un espacio de contención, diálogo y humanidad en medio de una sociedad cada vez más tensionada por la violencia y el desconcierto.

El encuentro, convocado tras los graves incidentes registrados en dos escuelas públicas de Montevideo, puso en evidencia la vulnerabilidad de las comunidades educativas ante la creciente conflictividad social.

Pero más allá de las medidas puntuales anunciadas —refuerzos de seguridad, jornadas de reflexión docente y coordinación interinstitucional—, el mensaje de Pérez apuntó a un problema estructural que trasciende las aulas: la escuela sola no puede.

“La escuela como centro de resonancia de la sociedad recibe eso que está pasando afuera. Por eso tenemos que trabajar mancomunadamente, porque la violencia que nos atraviesa es un reflejo del sufrimiento social”, afirmó Pérez durante la conferencia.

Entre la urgencia y la reflexión: medidas inmediatas y de mediano plazo

La subdirectora detalló que las dos escuelas involucradas —la Nº 20 y la Nº 23— suspenderán temporalmente las clases presenciales para realizar una jornada de encuentro y reflexión interna entre los docentes, acompañada por equipos técnicos del programa Escuela Disfrutable. La decisión, explicó, busca “hacer un alto para mirarnos, para ver de dónde viene esta situación y cómo podemos volver a nuestro eje profesional y humano”.

Mientras tanto, el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) coordina acciones con el Ministerio del Interior para reforzar la presencia policial en los alrededores de los centros educativos, garantizando la seguridad en el ingreso y la salida. Sin embargo, Pérez insistió en que estas son respuestas coyunturales y no estructurales. “La seguridad también pasa por reconstruir el tejido social, por abrir espacios de diálogo y contención. No se resuelve solo con más vigilancia, sino con más comunidad”, sostuvo.

El niño como depositario del conflicto adulto

Pérez apuntó a la necesidad de revisar el papel de las familias y su vínculo con la escuela. “Las niñeces terminan siendo depositarias de las tensiones y conflictos del mundo adulto. Si no trabajamos también con las familias, seguiremos reproduciendo los mismos patrones de violencia”, advirtió.

En esa dirección, el CEIP prevé integrar progresivamente a los padres y madres en instancias de trabajo pedagógico y de contención emocional, a fin de fortalecer los lazos entre escuela y comunidad. Se reforzarán además los equipos de maestros comunitarios y los programas de intervención familiar.

“Hoy la realidad nos está demostrando que tenemos que ampliar la mirada de intervención a la familia, porque el niño no puede ser ni víctima ni rehén de las circunstancias”, subrayó Pérez.

Violencia social y poder simbólico: el espejo de la escuela

El análisis de la subdirectora no se limitó al plano educativo. Con una mirada más amplia, invitó a reconocer que las manifestaciones de violencia en el entorno escolar responden a una crisis más profunda: la pérdida de referentes colectivos y de espacios de escucha.

“Esta situación nos interpela como sociedad. Necesitamos volver a conversar, entre instituciones y también entre vecinos, para entender qué nos está pasando”, expresó.

En un país que se enorgullece de su tradición educativa pública y de su apuesta por la igualdad de oportunidades, la violencia que se cuela en las aulas golpea más allá de los muros escolares: es una señal de alarma sobre el debilitamiento de los vínculos sociales y la erosión de la confianza en las instituciones.

Pérez fue clara en su diagnóstico: la escuela no puede ser el único dique ante la descomposición social. “La mesa intersectorial que integran INAU, MIDES, Ministerio del Interior, MEC y ANEP es fundamental. Solo con presencia articulada y sostenida podremos transformar esta realidad”, dijo.

Recursos finitos, desafíos infinitos

Consultada sobre los recursos disponibles para implementar las medidas, Pérez reconoció las limitaciones presupuestarias, en un contexto donde las demandas sociales crecen y los fondos son “finitos”.

Sin embargo, remarcó que la prioridad es “focalizar la presencia de los recursos humanos donde hay una emergencia, evaluando luego cómo reorganizarlos para garantizar la seguridad y el bienestar de las infancias y del personal docente”.

Más allá del aspecto administrativo, su mensaje volvió a poner el acento en el sentido ético del rol docente. La escuela —recordó— es mucho más que un lugar donde se enseña: es un territorio simbólico donde se juega la posibilidad de reconstruir la confianza colectiva. “Cuando se pierde el diálogo, cuando el miedo se instala en las aulas, toda la sociedad pierde”, advirtió.

Educación, Estado y cuidado: una alianza pendiente

La reunión con ADEMU dejó, finalmente, un llamado de fondo a la responsabilidad del Estado en la protección de la comunidad educativa. No se trata solo de garantizar seguridad física, sino de sostener políticas públicas que promuevan la convivencia democrática, la empatía y la educación emocional.

Desde una perspectiva humanista, Pérez propuso transformar el miedo en diálogo y la violencia en oportunidad pedagógica. “Necesitamos mirar la emergencia en clave de humanidad. El afuera que se expresa con agresión muchas veces es un afuera que sufre”, reflexionó.

Esa lectura, más filosófica que burocrática, resuena como un recordatorio de la esencia del magisterio uruguayo: un oficio atravesado por el compromiso, la paciencia y la convicción de que enseñar es también un acto político de defensa de la vida.

Un desafío colectivo

La coyuntura educativa actual en Uruguay no se explica solo por hechos aislados, sino por el contexto más amplio de una sociedad que convive con la incertidumbre, la fragmentación y la pérdida de horizontes comunes. En ese marco, la reunión entre ADEMU y la subdirectora de Primaria abre un debate ineludible: ¿Cómo preservar el espíritu de la escuela pública como espacio de encuentro y no de confrontación?

Las respuestas, como sugiere Pérez, no vendrán de decretos ni de medidas de urgencia, sino de un esfuerzo colectivo por “volver al eje profesional y humano”. En esa búsqueda, el rol de los docentes vuelve a ser central: guardianes del diálogo, mediadores del conflicto y artesanos cotidianos de una convivencia que hoy parece frágil, pero sigue siendo posible.

“Todo lo que estamos buscando es sentirnos parte”, concluyó la subdirectora, con una frase que condensa tanto la urgencia como la esperanza.