31 de Octubre del 2025
Nancy Banchero
Piedra de los Indios rompe su propio récord
El suicidio de un privado de libertad dejó al descubierto una cárcel que no da más
Un pabellón de Piedra de los Indios por dentro
Un pabellón de Piedra de los Indios
Foto: MI, en requisa 2024

Tenía 30 años, era del Real de San Carlos y se quitó la vida en su celda. Sucedió en Piedra de los Indios, departamento de Colonia, una cárcel que no deja de aumentar su récord de personas privadas de libertad. El hecho deja al descubierto un infierno.

De acuerdo a información recabada por el Portal APU.uy desde la cárcel departamental, R.B. compartía celda con cinco personas más. En la noche tomó mate, pidió tabaco a sus compañeros y, cuando estaban dormidos, se quitó la vida. Antes de las 7 de la mañana del domingo 19, al despertar, se encontraron con el tremendo hecho.

R.B. era reincidente. Su último ingreso fue en junio de este año y en enero próximo recuperaba su libertad, según argumentaron a este medio. “Nunca se nos cruzó por la cabeza que se fuera a quitar la vida.

Era un buen compañero”, dijo una fuente al Portal. APU.uy, lamentando lo que en vida padeció R.B. y su trágico final.

Varios medios citaron este caso sin más datos que el nombre y su muerte. Pero este suicidio "desnudó" la vida en la cárcel.

Un suicido que descubre otra realidad

En agosto de este año había 253 personas privadas de libertad en Piedra de los Indios; ahora son 300, entre las cuales crece el número de mujeres. Hay en el entorno de 45, una de ellas embarazada y otras tres con hijos dentro de la cárcel, se indicó a este medio por fuentes intramuros.

Con capacidad para 150 personas, el establecimiento llegó al doble, además, “son más los que ingresan que los que salen”, y no hay atención en salud mental. Lo máximo es la receta de “pastillas para dormir”.

No hay ánimo.

Privados de libertad de Colonia tiene espacio para jugar al rugby; las mujeres tienen clases de costura y de zumba. Hay quienes trabajan y estudian. Grupos de diferentes iglesias van a conversar con la población carcelaria, brindando ayuda espiritual a quienes estén dispuestos a recibirla. Los que participan en alguna de las actividades mencionadas son los menos.

La gran mayoría no hace nada, cuida su lugar para dormir en una cucheta o en el suelo, con o sin colchón. No hay programas de rehabilitación, salen en libertad y, al poco tiempo, reinciden, la cárcel es la “puerta giratoria”, como le dicen.