01 de Septiembre del 2022
Roberto Saban
Ciclo de reflexiones con Rodrigo Arocena
Nuevos autoritarismos: los monstruos que acechan.
Rodrigo Arocena en su living. Foto de Roberto Saban
Rodrigo Arocena en su living
Foto de Roberto Saban

Las nuevas derechas desvalorizan el conocimiento científico y agravan los problemas climáticos.

Capitulo 4. Serie Democratización transformadora

Roberto Saban: En charlas anteriores tú ponías el foco en los peligros del cambio climático y la creciente desigualdad en nuestros tiempos. Según te he leído, el avance del autoritarismo es la tercera pata de esta monstruo que nos acecha. ¿Están vinculadas esas tres amenazas? ¿De qué manera?

Rodrigo Arocena: Los tres grandes desafíos de la insustentabilidad ambiental y climática, de la creciente desigualdad y del avance del autoritarismo están, a mi entender, estrechamente vinculados.

El caso Trump ejemplifica lo dicho. Ha tenido y sigue teniendo amplios apoyos entre sectores perjudicados por el incremento de la desigualdad. Encarna el auge del autoritarismo, como lo mostró de muchas maneras durante su presidencia y, más todavía, al negarse a aceptar el resultado de las elecciones que perdió, para revertir el cual impulsó un golpe de Estado, chapucero pero sin precedentes en su país, que además puso en evidencia el potencial violentista de sus fanáticos seguidores. Cuando llegó a la presidencia de Estados Unidos, Trump retiró a su país del Acuerdo de París sobre las medidas para atenuar el cambio climático; Biden revirtió esa decisión; es de temer que, si Trump gana la elección presidencial de 2024, reitere esa posición nefasta. ¿Cómo afrontar la amenaza de catástrofe climática sin la colaboración de Estados Unidos? Corresponde subrayar que el rechazo por Trump del Acuerdo de París se basa en su denuncia de lo que considera “la falsa ciencia del cambio climático”.

Esa postura sustenta una trágica desaprensión de las cuestiones ecológicas en general y, además, un desprecio a la ciencia que tiene otras consecuencias muy perjudiciales, como se manifestó en la irresponsable política que siguió el gobierno de Trump durante el auge de la pandemia.

En general, son los países más pobres y los sectores sociales más postergados los que más padecen el deterioro ambiental y climático, lo que agrava la desigualdad de condiciones de vida. Y, a su vez, el avance del autoritarismo, que limita libertades y derechos para la organización y la expresión de los diversos grupos, hace más difícil, sobre todo a los de abajo, luchar contra la desigualdad y por la sustentabilidad.

RS: ¿Por qué crees tú que personalidades -casi salidos de la galera- como Trump o Bolsonaro y otros nuevos en el viejo mundo, de repente se hacen populares y ganan elecciones democráticas, poniendola en riesgo?

RA: Es un fenómeno impresionante, que por cierto no tengo capacidad para explicar con cierta amplitud. Por eso me limito, completando de alguna manera la respuesta precedente, a destacar el papel de la desigualdad en la irrupción de personajes como Trump.

Para los sectores más privilegiados de Estados Unidos, la globalización neoliberal fue en general muy beneficiosa. Las grandes empresas expandieron todavía mucho más que en períodos anteriores su presencia en el mundo en su conjunto. El avance de las tecnologías de la información y la comunicación las ayudó a coordinar sus actividades globales. Radicaron cada vez más las labores manufactureras en países de salarios bajos, donde frecuentemente los sindicatos son reprimidos. Multiplicaron sus ganancias.  La contracara de eso fue la desindustrialización de amplias regiones de los países más industrializados, proceso paradójico a lo largo del cual muchas fábricas se cerraron, particularmente en Estados Unidos. Así, muchos trabajadores con unos cuantos años encima y poca formación se quedaron sin trabajo o con empleos precarios.

¿Qué hicieron? Muchos votaron a Trump. Fueron calificados como “los deplorables” por Hillary Clinton. De muchas maneras, sintieron el desprecio de los ricos, educados y exitosos. ¿Qué actitudes fomenta ese desprecio?

El trumpismo y fenómenos análogos constituye, en buena medida, una reacción chovinista y derechista de los perdedores de la globalización en los países ricos.

RS: Daría la sensación que las fuerzas progresistas se quedan sin fuerza ni estrategias para contrarrestar efectivamente este autoritarismo del Siglo XXI de corte neoliberal cerrado. ¿Porqué? ¿En qué fallamos?

RA: Otra vez, no pretendo ofrecer respuestas integrales a tamañas interrogantes. Con adecuada prudencia, me limitaré a formular algunas reflexiones preliminares.

El avance de la desigualdad y del autoritarismo, en el marco de una crisis ambiental en expansión, apunta a una transformación reaccionaria de la sociedad. Las fuerzas progresistas tienen que levantar proyectos alternativos que apunten a una transformación democratizadora. Para eso tienen que persistir en sus virtudes mayores, como los compromisos militantes en pro de los cambios, pero también deben afirmar sus principios y mejorar sus estrategias.

El compromiso con los derechos a la libertad y la igualdad así como con los deberes de la solidaridad implica oponerse con claridad a todo avance autoritario. Los retrocesos de la democracia política afectan a los derechos y a las libertades; son en sí mismos perjudiciales para la convivencia; a la larga o a la corta, tienden a agravar las desigualdades y a empeorar las condiciones de vida de los de abajo. Las izquierdas deberían haber aprendido todo esto de las elocuentes y a menudo trágicas lecciones de la historia.

Por otro lado, el poder de los de arriba – en especial, de las grandes empresas globales – se sustenta cada vez más en su control del conocimiento científico y tecnológico de punta.

Me temo que, sin estrategias muy nuevas y audaces en este terreno, las izquierdas no recobrarán fuerzas ni, mucho menos, podrán intentar transformaciones más exitosas y deseables que las del pasado.

RS: En el panorama uruguayo, con una fuerza política progresista (sin plata, sin medios, ni fake news) que cosechó mayorías en 3 períodos. Por un pelito pierde y todo lo logrado para su pueblo se da vuelta y retrocede, con el agravante del surgimiento de un partido militar derechista que suma pueblo, ¿qué estrategias novedosas se te ocurren serían la correctas?

RA: La respuesta anterior apunta a lo que es para mí una obsesión.

Necesitamos urgentemente una estrategia global de transformación de la educación y de impulso a la ciencia y la tecnología para la inclusión social y la sustentabilidad ambiental.

Esa estrategia estará, en el mejor de los casos, lejos de ser suficiente, pero es imprescindible. Sin una estrategia de ese tipo no podremos disminuir la desigualdad, que tanto tiene que ver con el acceso a la educación terciaria, ni producir mejor para más gente con menos perjuicios para la Naturaleza.

¿Es posible que el movimiento popular uruguayo levante un proyecto democratizador nuevo que incluya transformaciones de ese tipo? No sé. Pero si sé que hizo algo mucho más difícil, como enfrentar a la dictadura. La falta de renovación propositiva a menudo me desanima. Pero me dan nuevos ánimos proezas militantes como el enfrentamiento a la LUC, que ha fortalecido la resistencia a los retrocesos en marcha. Para abrir nuevas oportunidades de avance, convocando a mucha más gente, hace falta combinar militancia firme y proyecto renovado.

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