
El pasado 24 de junio, el multifacético Julian Assange, periodista, activista, programador y fundador de la plataforma Wikileaks, fue, por fin, liberado del llamado “Guantánamo británico”, la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, después de cinco años encarcelado, además de otros siete que pasó encerrado en la embajada de Ecuador en Londres
Para poder obtener su libertad, Assange se vio obligado a firmar un acuerdo judicial de admisión de culpabilidad y reducción de condena con el departamento de Justicia de Estados Unidos. El fundador de Wikileaks aceptó responsabilidad en un supuesto “delito” -relacionado con la ley de espionaje- de obtención y divulgación de documentos de interés para la omnipresente defensa y seguridad nacional de EE.UU. Este país computó como condena cumplida los cinco años que Assange permaneció en la prisión británica de extrema seguridad en condiciones inhumanas.
Assange mostró al mundo las atrocidades que comete el país que se auto adjudica la supuesta condición de defensor de la libertad y democracia: Estados Unidos.
A través de WikiLeaks, Julian Assange realizó la mayor filtración en la historia de publicaciones masivas de documentos secretos estadounidenses, 400.000 reportes sobre la guerra de Irak, 90.000 sobre la guerra en Afganistán, 250.000 cables diplomáticos, entre muchas otras publicaciones. Visibilizó casos de asesinatos, corrupción, espionaje y otras graves violaciones a los derechos humanos, en su mayoría por parte de Estados Unidos; por ejemplo, dentro de los más leves el espionaje al secretario general de la ONU y sus integrantes, a gobiernos franceses, alemanes e italianos. Otro de los casos más sonados es el video donde se visualiza a militares norteamericanos en un helicóptero disparando y asesinando, indiscriminadamente, a inocentes civiles iraquíes como si de un videojuego se tratara. Assange mostró al mundo las atrocidades que comete el país que se auto adjudica la supuesta condición de defensor de la libertad y democracia: Estados Unidos.
Los últimos 14 años
En el año 2010, durante el periodo en que el fundador de WikiLeaks realizaba dichas publicaciones, fue acusado de coerción y abuso sexual (por supuestamente no haber usado preservativos en un encuentro sexual) durante una estadía en Suecia, cargos que Assange siempre negó. Sin embargo, el Reino Unido, debido a la orden de detención de la Interpol que permitía que lo arrestasen en 188 países, detuvo al periodista. En 2012, el Reino Unido ya había aprobado su extradición a Suecia. Pero Assange temía una extradición a Estados Unidos -debido a la feroz y arbitraria persecución norteamericana de la que era víctima- por publicar información veraz de notorio interés público, por lo que solicitó y obtuvo asilo diplomático en la embajada ecuatoriana en Londres, durante el gobierno del entonces presidente Rafael Correa.
En mayo de 2017, mientras el periodista seguía refugiado en la embajada, la directora de la Fiscalía Sueca, Marianne Ny, decidió archivar la investigación por denuncias de abuso sexual contra el activista. A pesar de haber caído la acusación, la verdadera persecución continuaba, el departamento de Justicia de Estados Unidos reclamaba la extradición de Assange.
En 2019, el nuevo presidente ecuatoriano Lenín Moreno, ante la presión estadounidense, decide negociar por dinero el retiro del asilo a Assange. De esta manera, el programador fue detenido por la Policía Metropolitana de Londres y condenado a 50 semanas en prisión bajo el pretexto de violar sus condiciones de libertad bajo fianza cuando ingresó a la embajada de Ecuador en 2012. En ese mismo año, Estados Unidos presentó 18 cargos en contra de Assange en virtud de la Ley de Espionaje y solicitó formalmente al Reino Unido la extradición del fundador de WikiLeaks.
Assange estuvo los últimos cinco años en una prisión de dos por tres metros, pasando 23 horas al día incomunicado sin ver la luz del so
En 2021, un juez británico rechaza la petición para extraditar a Assange al considerar que podría ser perjudicial para su salud mental, sin embargo, la decisión es revocada. En abril de 2022, se aprueba la extradición, pero en medio de apelaciones y recursos judiciales los abogados de Julian Assange logran evitar que sea extraditado hasta 2024. Es entonces, cuando pacta un acuerdo con el presidente y candidato a la reelección Joe Biden antes de las elecciones norteamericanas, para obtener la libertad, y regresar a su país de origen, Australia.
En los últimos 12 años Assange sobrevivió de encierro en encierro, ya fuera en la embajada ecuatoriana como en la cárcel de máxima seguridad británica. Los últimos cinco años estuvo en una prisión de dos por tres metros, pasando 23 horas al día incomunicado sin ver la luz del sol.
¿Qué implica para el periodismo?
Desde que se conoció la noticia del acuerdo de la admisión de culpabilidad a cambio de la libertad del fundador de WikiLeaks muchos medios de comunicación, y también periodistas, expresaron su preocupación por lo que podría significar esta condena para la profesión.
Es cierto que es muy grave, y alarmante, el accionar de Estados Unidos. Se supone que al periodista lo ampara el derecho a la libertad de expresión y de prensa, pero Julian Assange, que hizo únicamente lo que cualquier periodista debería hacer -contar la realidad como es y exponer los crímenes que cometen los criminales- sufrió persecución, tortura física y mental por 12 años. Según dijo el abogado de Assange a Diario Red (6-VII-24) “la consideración de que un periodista, que simplemente ha hecho periodismo, pueda ser considerado un espía, supone un peligroso precedente para la libertad de prensa”. También agregó que “es una agresión a la libertad de prensa en todo el mundo, ya que permite a Estados Unidos dirigir su acción penal extraterritorialmente contra cualquier periodista que publique información incómoda para los intereses norteamericanos, incluso fuera de ese país”.
No obstante, esta es una batalla que Estados Unidos perdió. Según acotó John Rees, cofundador y coordinador en Londres de la campaña en contra de la extradición de Assange, al medio CTXT (25-VI-24) la admisión de culpa del delito no supone un riesgo para la libertad de prensa porque Estados Unidos “ha fracasado esta vez y no se atreverá a hacerlo de nuevo durante mucho tiempo. Siempre fue una batalla política y la ha perdido”.
Fue en gran parte gracias a la enorme presión internacional con manifestaciones, protestas y reclamos masivos en todo el mundo bajo la consigna “Free-Assange” tanto de los ciudadanos, como de los apoyos de figuras políticas de primer nivel, como el presidente de México, Andrés M.López Obrador y de Brasil, Lula Da Silva, para que Julian Assange recuperara la libertad. Además, influyó el contexto político que vive Estados Unidos para haber tomado esta decisión. El gobierno del demócrata Joe Biden cuenta con una desaprobación que ronda el 60 por cierto, sea por los gastos desmedidos en la guerra contra Rusia, su continuo apoyo económico y político a Israel en el genocidio del pueblo palestino o por su estado preocupante de salud. Las elecciones de noviembre de este año en el país de la supuesta libertad están a la vuelta de la esquina y los demócratas necesitan mejorar su imagen con urgencia si pretenden alguna posibilidad de ser reelectos.
Edward Snowden, ex consultor tecnológico de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense quién filtró información a WikiLeaks, escribió en la red social X: “Julián Assange acaba de celebrar su primer cumpleaños en libertad después de muchos años de persecución. El gobierno se vio obligado a admitir ante el tribunal que su único delito era el periodismo y que nadie había salido perjudicado por ello. Eso se llama ganar.”
La lucha de Julian Assange durante todos estos años logró dar frutos y aunque pagó un alto precio por ello escapó de las garras de Estados Unidos. Assange será recordado por lo que representa: un periodista que se atrevió a enfrentar a EEUU develando sus crímenes y salió victorioso.