El 20 de mayo de 2022 la Marcha del Silencio volverá a tomar las calles tras dos años de pandemia.
En 1996 Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, en conjunto con otras organizaciones, dieron comienzo a la primera convocatoria de la Marcha del Silencio. Actualmente, más de dos décadas después, la marcha parece crecer con cada año que pasa, a pesar que familiares de desaparecidos no han obtenido muchas respuestas respecto a sus reclamos. El Portal APU.uy se comunicó con Graciela Montes de Madres y Familiares de Uruguayos Desaparecidos, quien nos contó sobre los objetivos de la marcha y su vuelta luego de dos años sin convocatorias en el espacio público.
“Aún recuerdo, en la primera marcha que hicimos, cuando llegó el camión con la pantalla y las fotos y sentí como un vacío, de que no habíamos estado junto a ellos [...] Hoy que volvimos a la presencialidad realmente pensamos que nos van a acompañar muchísimas personas”, reflexiona Graciela, al mismo tiempo que impulsa a todos los colectivos y personas que no puedan participar de la marcha a expresarse en sus barrios, con el objetivo de “sentirnos todos unidos por la misma causa”.
Para ella, el sentido de la marcha no es sólo reclamar verdad y justicia, sino también “lograr una memoria colectiva para que aquellos horrores que ocurrieron con nuestros familiares no puedan ocurrir nuevamente en el futuro [...] Porque es un tema político, pero no es un tema partidario, es un tema de todos”.
En sus comienzos, la Marcha del Silencio surgió en 1996 como un reclamo de justicia por los asesinatos de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw, aunque la manifestación busca obtener respuestas respecto al estado de todas las personas desaparecidas. “Cuando comenzamos con esto nunca pensamos que iban a pasar tantos años y no íbamos a obtener la verdad. [...] Pensamos que nos iban a dar la información enseguida, pero después vino todo lo que fue el voto verde [...] En el comienzo muchos teníamos la esperanza de que aún íbamos a encontrarlos con vida”.
Sin embargo, Graciela también admite que la marcha ha logrado grandes cosas: “hoy no estamos solos. Estamos rodeados y somos no sólo las noventa y siete familias que piden saber la verdad sino que es casi todo el pueblo que pide”. Para Graciela la marcha tiene una importancia fundamental, no sólo por la construcción de memoria y la búsqueda de verdad, sino también por el significado que tiene en ella la concurrencia de las personas: “Es como si sintiera el calor de la gente que te apoya en esta causa, que a pesar de que pasen los años y que vos siempre lo tengas presente, cada vez me siento más acompañada en mi reclamo. [...] Es como un grito unísono, todos juntos solicitando la verdad”.


