Cuando esos huesitos ya tienen un nombre y los familiares tienen ese contacto con ellos, ese contacto que durante tantos años le fue negado. Los familiares llegan al lugar sin aliento, y de repente el silencio.

Antes se desconfiaba cuando alguien decía “soy descendiente de indígenas”, no así cuando se hablaba de descendientes africanos más de las veces por el característico color de piel. Todo cambió desde que el equipo de antropólogos y genetistas, en 1980 se dedicaron a estudiar a través del ADN la ascendencia de los uruguayos.
 

Un equipo del Departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades (Udelar) trabajó   sobre los restos óseos del indígena que descubrió en paleontólogo y arqueólogo don Lucas Roselli hace unos 80 años en la zona costera de Soriano, próximo a Nueva Palmira.