A pesar del frío y el "vientito" polar, el martes 27 a las 19 horas se congregó en el Obelisco de Buenos Aires una muy buena concurrencia para presenciar una performance artística realizada por vecinos y vecinas que recorrieron un guión de la historia reciente del Uruguay, con la dirección de Emiliano Kappes De León y Malena Cig.

Se inició con Cecilia Gruner, la bailarina que danzó el himno nacional uruguayo vestida de azul y blanco con una flor amarilla mientras el público acompañaba con su canto.

La marcha militar y el audio del comunicado de las Fuerzas Conjuntas de 1973 apagaron el himno y en ese instante el vestido de la bailarina se tornó completamente negro y su cuerpo se deformó en contorsiones dramáticas que sugerían estar siendo apaleada en el piso.

Emergieron entonces, desde el público, los manifestantes con pancartas de la huelga general, obreros en overol, enfermeras, bancarios de traje y corbata que portaban carteles anunciando las ocupaciones de las fábricas y manifestándose contra el Golpe.

Llovían sobre el público los volantes convocando a la manifestación "a las 5 en punto".

De pronto, los encapucharon y engrillados, sus cuerpos se doblaron emulando la tortura.

En tanto algunos circulaban entre los espectadores mostrando sus caras de angustia. Otros con sus valijas a cuestas emprendían el exilio, repartiendo cartas manuscritas desde la diáspora.

El relator acompañaba la performance resaltando los episodios de la impunidad a lo largo de estos 50 años, incluidos los de la Democracia.

Viglietti y Zitarrosa -con sus voces- inundaban de nostalgia este rincón de orientales en la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires, que no olvidan ni perdonan, donde muchos de los que están aquí hoy son familiares de los desaparecidos, víctimas ellos mismos de la represión y seguramente enfrentaron a la policía y el ejército otro 9 de julio pero en 1973 en la Avenida 18 de Julio del otro lado del Río de la Plata.