
Licenciado en Comunicación, militante del Frente Amplio y actual director de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Intendencia de Canelones, Darwin Peña repasa su recorrido profesional, su visión de gestión descentralizada y el desafío de comunicar en un departamento tan diverso como extenso.
A sus 36 años, Darwin Peña Sapetto ha recorrido buena parte del entramado institucional y político del departamento de Canelones. Comunicador de formación, asumió tempranamente responsabilidades en la gestión pública y desde entonces ha combinado su labor técnica con una firme vocación militante dentro del Frente Amplio. Padre de mellizas, dialoga con APU sobre los desafíos del cargo que hoy ocupa y sobre cómo construir una estrategia de comunicación efectiva en uno de los territorios más complejos del país.
En esta entrevista, reflexiona sobre los legados de gestión frenteamplista en el departamento, el papel de los medios locales y la mirada estratégica de futuro que, asegura, debe incluir una apertura hacia lo internacional.
Me gustaría conocer un poco más sobre la persona detrás del cargo. ¿Cómo fue tu camino hasta llegar a la Dirección de Comunicación de la Intendencia?
En realidad, ingresé a la Intendencia de Canelones en esta gestión, hacia fines de 2020, como Director de Comunicación. En ese momento, la Secretaría que hoy conocemos como Secretaría de Comunicación y Relaciones Institucionales tenía otra estructura, que luego fue ajustándose con algunos cambios internos —por ejemplo, en su momento incluía también el área de Relaciones Internacionales.
Durante la primera etapa de la gestión, entre 2021 y 2024, me desempeñé como director de esa Secretaría. Luego, con la renuncia de Yamandú Orsi para abocarse a la campaña presidencial y la asunción de Marcelo Metediera como intendente, pasé a asumir la Dirección General de Comunicación y Relaciones Institucionales, cargo que continúo desempeñando actualmente, ya bajo la nueva intendenta, la profesora Gabriela Garrido.
Formando parte del mismo proyecto político, ¿qué continuidades y qué matices o diferencias has notado en la gestión, tanto con Marcelo Metediera como intendente, como ahora con Gabriela Garrido?
Ha sido sin dudas un período particular, incluso podríamos decir extraordinario. Primero porque arrancó desfasado en el tiempo, tras las elecciones de 2020 que se postergaron por la pandemia. La gestión comenzó formalmente en 2021, aún en plena emergencia sanitaria, lo que exigió mucha capacidad de adaptación e innovación en términos de gestión.
En Canelones, desde 2005 con la intendencia de Marcos Carámbula, se ha consolidado un proyecto político con fuerte continuidad, más allá de los nombres propios. A Carámbula le siguió Yamandú Orsi en dos períodos y hoy el proceso sigue con nuevas figuras. Esa solidez se debe a que existe un liderazgo colectivo y un equipo de trabajo que permite que, aunque cambien quienes encabezan, el rumbo del proyecto se mantenga. Un ejemplo claro es que el actual candidato único del Frente Amplio para la elección departamental, Francisco Legnani, es quien hasta ahora ocupó el cargo de secretario general, aunque hoy se encuentra de licencia. Todo ese trabajo acumulado de compañeras y compañeros a lo largo de los años permite integrarse a una maquinaria que ya está en funcionamiento y avanzar sobre bases firmes.
Desde tu perspectiva, ¿la estrategia comunicacional de la Intendencia ha mantenido una línea continuada a lo largo de los últimos gobiernos? ¿O ha habido algún cambio de enfoque o directrices con la asunción de las nuevas autoridades?
Bueno, más allá de las definiciones políticas concretas de cada intendente, cada gestión también tiene su propia visión sobre cuál es la mejor forma de comunicar. Lo que sí es un objetivo común para todos es garantizar una buena comunicación pública en un departamento tan complejo como Canelones. A nosotros nos gusta decir que somos como un pequeño país dentro del país, porque tenemos una enorme diversidad territorial: desde zonas urbanizadas en el área metropolitana, pasando por la costa, hasta regiones rurales que se asemejan al interior profundo del Uruguay.
En ese sentido, las estrategias de comunicación deben adaptarse constantemente. No alcanza con una única forma de comunicar; hay que tener la flexibilidad para aplicar distintos enfoques según cada territorio. Comunicar en el este rural no es lo mismo que en la costa o en el centro urbano, y por eso el desafío es permanente. Lo importante es garantizar transparencia, cercanía con la ciudadanía y que el mensaje llegue efectivamente a cada vecina y vecino, sin importar en qué parte del departamento se encuentre.

Teniendo en cuenta que Canelones es un departamento tan diverso y extenso, ¿cómo se construye una estrategia de comunicación que logre llegar a todo el territorio sin caer en generalidades, y que al mismo tiempo promueva la participación ciudadana de forma real y efectiva?
Uno de los objetivos políticos centrales de esta gestión es profundizar el proceso de descentralización. Canelones es un departamento 100% municipalizado: actualmente contamos con 30 municipios, que serán 32 en el próximo período. Ese nivel de diversidad nos obliga a innovar permanentemente para que la política pública llegue a cada rincón del territorio y, junto con ella, una comunicación eficaz que permita que la población acceda y disfrute de esos derechos.
Nosotros decimos que la política tiene que ser más de territorio que de escritorio. Por eso apostamos a un diálogo constante, a través de mecanismos de participación como cabildos y audiencias públicas. Desde que asumimos la Dirección General, uno de nuestros objetivos fue impulsar una comunicación pública de calidad, que garantice transparencia y cercanía. También trabajamos en fortalecer el vínculo con los medios de comunicación locales —radios, canales de cable y medios digitales—, que cumplen un rol clave para difundir la información institucional y acercar los beneficios de la política pública a cada comunidad. En resumen: participación organizada, comunicación de calidad y un diálogo fluido con los medios son las tres capas con las que buscamos llegar a todas las personas que viven y trabajan en Canelones.
He notado que desde la Intendencia han desarrollado una agenda internacional bastante activa, con vínculos con la Embajada de Palestina, con China, y también con la reciente visita del intendente Metediera a Nueva York. ¿Cómo se construyen y comunican esos vínculos internacionales desde la Intendencia? ¿Qué objetivos persiguen con esa proyección exterior?
Bueno, creo que en este último período se ha fortalecido significativamente el trabajo internacional de la Intendencia. Era uno de los objetivos que nos habíamos planteado. Si bien ya se venía trabajando muy bien en espacios como Mercociudades, sentíamos la necesidad de abrirnos aún más al mundo, de vincularnos con nuevas plataformas y actores globales.
Un hito en ese sentido fue la presentación, por dos años consecutivos, del Informe Voluntario Local vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ante Naciones Unidas. Es algo inédito: somos el primer gobierno subnacional en presentar un informe de estas características, que analiza transversalmente nuestra gestión en relación con los ODS. Eso nos posiciona en otra escala de diálogo y proyección.
Además de la dimensión institucional, esto nos ha abierto puertas para nuevas oportunidades en términos de cooperación internacional, inversión y hermanamientos entre territorios. Por ejemplo, municipios como Atlántida ya firmaron acuerdos de hermanamiento con provincias de China. En Sauce —de donde soy oriundo— también logramos firmar un convenio con una localidad homónima en Argentina, con la que compartimos muchas similitudes. Todo esto forma parte de una visión estratégica que combina la atención cotidiana de la gestión con una mirada puesta en el mundo.

Sos un militante del Frente Amplio desde hace muchos años. ¿Cómo lográs equilibrar ese compromiso político con una función institucional que exige objetividad y amplitud?
Y bueno, como sucede en muchos casos, quienes asumimos responsabilidades de gobierno lo hacemos desde una militancia política activa. En mi caso, vengo de una participación muy comprometida dentro de la estructura del Frente Amplio. Siempre bromeo con que, a pesar de mi corta edad, ya he integrado prácticamente todos los espacios: el Secretariado, la Mesa Política Nacional, la representación de las bases de Canelones… Ha sido un camino de compromiso y construcción colectiva.
Cuando uno asume una función pública, lo primero es tratar de hacer bien su trabajo, cumplir con la responsabilidad y responder a la confianza que la gente depositó creyendo que uno tenía algo para aportar desde el Estado. Y en paralelo, desde la convicción política, creo firmemente que el Frente Amplio sigue siendo el mejor proyecto para llevar adelante las transformaciones que el país necesita.
Hoy tenemos nuevamente un gobierno nacional del FA, y eso nos entusiasma aún más, sobre todo en Canelones, porque quien asumió la Presidencia es Yamandú Orsi, un compañero canario. Eso nos llena de orgullo. Sentimos que todo ese proceso del que fuimos parte desembocó en algo histórico. Además, tener un presidente que conoce de primera mano el departamento es una oportunidad. No hace falta explicarle qué es Canelones, lo vivió. Esa cercanía debería permitirnos generar sinergias que mejoren realmente la vida de la gente, que es el objetivo final. Tanto desde la gestión como desde la militancia, lo que nos mueve es eso: aportar a un proyecto que contribuya al bienestar colectivo, a lo que nuestro presidente llama “la pública felicidad”.

¿Y desde este rol que hoy ocupás al frente de la dirección, cuál te gustaría que fuera el legado personal que dejaras una vez terminado este ciclo?
A ver, yo siempre vuelvo a lo mismo. Quizás porque soy un fanático del fútbol, siempre hablo de la importancia de construir equipo. Creo firmemente que la fortaleza de cualquier proyecto —sea institucional, político o de gestión— está en el equipo de trabajo que se logra consolidar. Y en este tiempo creo que hemos logrado eso: conformar un equipo sólido, comprometido, del que también he aprendido mucho.
Para mí, una de las mayores satisfacciones personales es saber que, cuando uno deja un lugar, ese equipo queda funcionando, con compañeros y compañeras que siguen empujando hacia adelante. Ese sería el mayor legado que me gustaría dejar: haber contribuido a fortalecer un grupo humano y profesional que pueda sostener y proyectar el trabajo, más allá de quién esté al frente.
Además, eso se alinea con una continuidad que viene desde 2005, con Marcos Carámbula, que siguió Yamandú Orsi desde 2015 y que esperamos que Francisco Legnani pueda continuar a partir de este año. Porque los intendentes cambian, los directores políticos también, pero quienes realmente garantizan que las políticas se sostengan en el tiempo son los funcionarios y funcionarias. Y ellos también merecen ser valorados como protagonistas de este proceso.



