13 de Junio del 2024
Nancy Banchero
Con el psicólogo y terapeuta Gonzalo Cuervas
Adicciones: Los caminos para superarlas
Gonzalo Cuervas (Foto Portal APU.Uy)
Gonzalo Cuervas (Foto Portal APU.Uy)
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Las adicciones no respetan edades ni “adictógenos”. Desde las redes sociales, Netflix, el alcohol, el cigarrillo, o las drogas, todos pueden ser motivo de adicción. Hay adicciones “más pesadas”, en relación a las consecuencias que provocan: las bebidas alcohólicas, la pasta base, el juego, la cocaína… tienen el condimento de pérdidas familiares y sociales.

Además, en un porcentaje alto de personas que padecen esta enfermedad, se comprueba que llevan a cometer delitos, con tal de saciar la necesidad de consumo.

 

El Portal APU.Uy entrevistó al psicólogo y terapeuta Gonzalo Cuervas
-¿Cuándo un joven es adicto, Gonzalo? 
-Bien, lo primero es que no es distinto para un adolescente que para un adulto. Hasta incluso para la primera infancia. La adicción no es solamente en la adolescencia o en la adultez, también se puede empezar a ver en la niñez en otros objetos adictógenos. No solamente las adicciones son a las drogas, que es donde por ahí más las entendemos, porque también hacen más ruido y complican muchísimo más a nivel individual, familiar y social. 

-¿Cuándo una persona se convierte en adicto?
-La forma de poder identificar cuándo es una adicción y cuándo no, es según el grado de dependencia en relación al objeto. ¿Puedo o no puedo estar alejado del objeto? En la adolescencia muchas veces la preocupación de los padres es si consumió marihuana, si toma alcohol, si va a ser alcohólico, si va a ser adicto a otras drogas. No necesariamente. Por suerte la mayoría no pasa por una adicción.


El adolescente tiende a experimentar con drogas y eso no significa que siempre va a terminar en una adicción. Pero las adicciones son multicausales, no hay solamente un motivo que determine que pueda haber una adicción, pasa por un montón de otros factores.

Entonces, ¿cómo saber si la persona es adicta? Bueno, se evalúa el nivel de dependencia en función de horas de consumo, tiempo de consumo, frecuencia de consumo, si hay síndrome de abstinencia en caso de no consumir, o sea, si siente la falta del objeto adictógeno cuando no lo tiene. Eso pasa más allá de las drogas. 

-Hay varias  formas de identificarlo…
-Sí, sí, por ejemplo hay un documental en Netflix que se llama “El dilema de las redes”, que muestra la adicción a las redes sociales, a los dispositivos móviles y el síndrome de abstinencia que se genera cuando no los estamos usando.

Y eso es una buena manera de entender cómo funciona. Entonces, ¿cómo identificar que el adolescente puede estar en adicción? Y bueno, va perdiendo relaciones sociales saludables, cada vez menos vínculos, se le va achicando el entorno hasta quedar solo.

Sea cual sea la adicción, de nuevo, no importa si es una droga, no importa si son los videojuegos, no importa si son las compras, empieza a dejar de tener interés por otras actividades y a lo único que se dedica es a su consumo. 

-Recibimos testimonios de chicos, entre adolescentes y jóvenes, que están consumiendo drogas y empiezan todo un período de robo, de falta de respeto a su familia. ¿Cómo hace un chiquilín para salir de ese entorno? 
-Ahí claramente hay adicción, porque ahí está la dependencia. Es tan fuerte la necesidad de consumir que ante la falta de recursos para conseguir el consumo, realiza actividades ilícitas, conductas delictivas. Entonces, eso ya es un indicador tardío de adicción. 


Ojo que tener una adicción no significa salir a robar, esa es una etapa avanzada. Obviamente no todos los objetos adictógenos generan las mismas conductas. Hay adicciones que no generan o no llevan a conductas de robo. ¿Por qué? Por ejemplo, si yo tengo adicción a mirar series de Netflix, ello significa que necesito pagar la cuota de Netflix.

Ello me puede generar que falta a trabajar, a estudiar, a postergar actividades, pero difícilmente necesite salir a vender algo para pagar la cuota. 


Por ejemplo, la nicotina es una de las drogas más potentes, que genera mayor adicción. Pero históricamente nadie salió a vender un calefón para comprar cigarrillos. Entonces, está la toxicidad del objeto adictógeno, está en el grado de dependencia que genera. Y el juego, otro ejemplo, genera endeudamiento y genera pedido de préstamo y genera, a veces, otro tipo de mecanismo que puede llegar a tener que ver con estafas, que también son actos delictivos. 


O sea, no solamente sucede el delito en el consumidor de cocaína o pasta base -que es donde más se puede ver el robo y ventas de pertenencias, de objetos de la casa-, también sucede en otras adicciones. En compras han sido noticias a nivel nacional e internacional estafas con tarjetas de crédito. Entonces, hay distintos mecanismos, pero que tienen que ver con lo mismo. 

-Sí, pero hay adicciones que tiene un mayor marco de deterioro ¿en lo social y en lo familiar, ¿no? 
-Y de visibilidad, porque alguien que tiene adicción a las compras, difícilmente tenga un deterioro físico. Alguien que tiene adicción a la pasta base, sí. Por eso cuando hablo de adicciones, hablo de todas. A veces, el selectivo termina en estigmatizar a un consumidor de una determinada adicción. 

-Es cierto. Quisiera preguntarle concretamente, por un chiquilín de 20 o 25 años, adicto ¿tiene posibilidades de salir, de llevar una vida normal? ¿Y cómo se hace? 
-Hay distintos tipos de tratamiento. Lo primero que hay que hacer es tratarse. Si no se reconoce, es el principal engaño. Uno de los primeros indicadores de que hay adicciones es la frase: “la dejo cuando quiero”,  o “solamente consumo los fines de semana”, o “yo lo tengo controlado”. Bueno, todas esas palabras son indicadores de que hay adicción y que hay una dificultad para reconocer el problema.

-¿Se puede salir? 
-Sí, se puede, sí. Siempre se puede. Siempre hay posibilidades. Después hay distintos caminos, porque no es lo mismo alguien que dice “no puedo más, necesito ayuda”, que alguien que no lo reconoce y que es la familia la que demanda. 

-Cuál es el porcentaje de chiquilines que quieren dejar de ser adictos y lo logran y cuántos quedan por el camino? 
-No manejo porcentajes. 

-¿De su experiencia? 
-Es variada. Tampoco puedo caer en egocentrismos. Porque pueden haber quedado en el camino conmigo, pero no significa que no sigan otros caminos después. Además en la Policlínica de Adicciones tenemos usuarios que hace tres años que vienen al dispositivo una vez por semana y no consumen. Pero capaz que me llaman mañana para decirme que recayeron.

Es una enfermedad crónica, entonces el tratamiento es para siempre. No se puede hablar de una recuperación cien por cien, como por ahí podemos hablar en un tratamiento en otra enfermedad que tiene un final concreto.

-En la charla previa a esta entrevista me decía que si un chico que es adicto anda en la noche, está en los boliches, está consumiendo. 
-Lo que yo decía que si una persona hizo tratamiento, pongamos un chiquilín X de cualquier ciudad del interior, se vino a Montevideo a internar, hizo tratamiento, sale del tratamiento y realmente está haciendo las cosas bien, no debería estar frecuentando ambientes donde va a haber consumo de alcohol. Y eso en el interior es recontra difícil.

¿Por qué? Porque el consumo de alcohol está visible en cualquier lado. Y el de marihuana también. Entonces, una persona que hace un buen tratamiento, lo principal que aprende, aparte de revertir conductas que tienen que ver con el esquema de consumo, es no ponerse en riesgos, porque la adicción no es una enfermedad donde me tengo que estar probando y en base a si no consumo estoy bien o si consumo estoy mal.

Porque la persona, si se prueba y sale y tomé un pomelo se dice: “estoy pronto para salir”. Y a la siguiente tomará otro pomelo, pero a la siguiente ya no va a tomar un pomelo y termina en recaída. Si yo lo veo en la noche o está en un boliche, sí, seguramente no está bien, porque en realidad va a estar expuesto y tarde o temprano, va a volver a consumir.

Y eso no significa que sea algo voluntario, eso funciona a nivel del sistema nervioso, el cerebro en ese momento capaz que recibe la información de que hay consumo y la almacena. Y en ese momento capaz que no recae, pero ese deseo va a quedar. Por ejemplo, usted no puede comer más carne de vaca y  ¿va a un asado? No sería lógico. Y capaz que en ese momento no come, pero el registro y el deseo va a seguir estando. Está clarito. 

-¿Y la familia qué rol juega, cuando un adicto es adicto severo y ya empezó a robar y  demás actitudes erradas?
-La denuncia es a veces un extremo, pero un extremo fundamental, porque capaz que es poner un límite que no lo ha podido poner la familia en otros momentos. Que lo haga la Ley. Porque a partir de una denuncia muchas veces si los jueces tienen fundamento en adicciones, van a mandar tratamiento, van a indicar tratamiento como medida. 


Si ya están en etapas donde hay conductas de robo, difícilmente puedan sostener tratamientos ambulatorios o dispositivos de menor carga horaria. A veces necesitan un tiempo en espacios libres de droga para después pasar a ambulatorio. En cualquiera de las dos situaciones, en la que el adicto pide ayuda y en la que no, la familia tiene un rol fundamental, tanto en el inicio del tratamiento, durante el tratamiento y post tratamiento.


Hay un montón de cosas que tiene que cambiar la familia. En eso que decía, si yo planteo que una persona que se trató no debería estar en entornos donde haya consumos de alcohol, de marihuana, o de otras drogas, tampoco debería pasar eso dentro del hogar. En las consultas yo pregunto: ¿hay alcohol en tu casa? La respuesta es: “Sí, tengo, sí. Pero él no toma”. Bueno, no, en realidad no puede haber. Y esto es un tema de aprender a manejar, como el dinero, que la persona no esté sola, qué vínculos establece, qué contenidos mira en la televisión, porque si no está consumiendo y no está yendo a ningún boliche, pero está mirando ´Narcos´ y ´El Chapo Guzmán´ en Netflix, estamos en peores problemas porque estamos poniendo a riesgo también.


La familia tiene que estar. Pero en el caso más extremo, que es el del chiquilín que no está queriendo tratarse, que no reconoce la enfermedad, que está robando, y sí, ahí es durísimo y a veces suena fácil para el equipo decir: -“Mire, tiene que sacarlo de su casa”. Pero a veces conseguir eso, que es fundamental, lleva un proceso con la familia de meses. 


Se tiene que tratar la persona que consume y su entorno y a veces se empieza por el entorno. Cuando la persona que tiene el problema, o sea, quien lo manifiesta no se trata, se tiene que tratar la familia. 


Y con la familia puede ser terapia individual, terapia grupal, familiar, espacios específicos de adicciones, que entiendo que a veces en el interior  del país es más difíciles de conseguir, pero hoy, por suerte, a nivel virtual, se trabaja con grupos a distancia, o sea, cambia el formato pero el contenido es exactamente el mismo. 

-Para los padres es difícil dejar que su hijo llegue al fondo. La frase de siempre es: “no lo puedo dejar tirado”. ¿Cómo se maneja eso? 
-Claro, es un fenómeno que pasa entre el entorno y el adicto, que es la codependencia. O sea, hay un sentimiento de culpa, arraigado a la situación. Además, para no dejarlo tirado, prefiero darle la comida, o sea, prefiero que coma acá a que esté sin comer. Prefiero comprarle ropa. Son todas conductas que terminan favoreciendo la adicción.

Terminan generando que la adicción continúe. Y además antes que me rompa todo, me rompe la tele, prefiero darle 500 pesos. O sea, postearlo en mi necesidad, porque capaz que esos 500 pesos los necesito para algo y los pongo el servicio del consumo, para evitar que se lleve la televisión. Pero se posteará en el tiempo, la adicción sigue.

Muchas veces sigue siendo bancada por la misma familia, desde el desconocimiento. A veces le consiguen un trabajo, pero si la persona está consumiendo, no va a poder sostener un trabajo. O nos mudamos, nos vamos a vivir a otro lado. Tampoco. Son juegos geográficos, o sea, no es por ahí. Y todo eso la familia lo tiene que aprender. Y lleva tiempo aprenderlo. 

-Es un proceso muy largo…
-Hay que imaginarse que cada persona es una macetita y le tenemos que poner toda la tierra fertilizada, que es el aprendizaje de un tratamiento. Bueno, pero para eso primero tenemos que sacar la tierra vieja, que está llena de escombros y que no está dejando que crezca nada.

Entonces, si le ponemos la tierra nueva arriba, no funciona. Primero hay que vaciar todo, que sería sacar las angustias, tristezas, culpas, conductas codependientes, sacar todo eso de la macetita y entonces cuando queda espacio para lo nuevo, se llena con tierra fertilizada por un tratamiento.

-Las familias de los adictos también sufren mucho…
-Sí, sí, mucho… Yo lo vi durante todo el tiempo que coordiné con el Centro Aconcagua. Pero lo veo también en el consultorio particular. Y me pasa permanentemente. Y obviamente yo sé por dónde ir cuando me llega un mensaje de alguien que no conozco, y me dice: “mirá, tengo un problema de consumo y quiero tratarme.

Es una forma de abordar un tratamiento. Y otra situación totalmente distinta es cuando me escribe una mamá, un papá, un tío, un hermano, y me dice: -“Mirá, tengo a mi hijo con problemas de adicción y no se quiere tratar. Entonces ahí lo que yo digo es que empecemos un proceso, generemos una entrevista, vamos a conocernos y seguramente empecemos nosotros un proceso.


Se tienen que preparar, tienen que aprender a cómo acompañarlo, cómo ayudarlo. Y eso lleva un tiempo. Porque mientras el adicto está en el consumo y no reconoce el problema, y sigue consumiendo y todavía no llegó a tocar fondo, la familia tiene que prepararse para saber qué hacer; qué tipo de tratamientos, saber para qué sirve la medicación, si la va a necesitar, tener un psiquiatra tratante, saber cuáles son las prestaciones que el prestador de salud le ofrece, porque no todos ofrecen lo mismo. A la vez entrar en un proceso de tratamiento que puede ser un espacio grupal, individual, donde van aprendiendo y se van formando en adicciones.

Por Daniel Roselli